Festival Al Este de Lima: Larga Vida al Punk 0 1372

Hoy se inicia el Festival de Cine al Este de Lima; más de 100 películas se proyectarán hasta el sábado 8 de junio.

Se trata de una ocasión especial; Al Este celebra diez años y para ello han centrado todo su concepto de este año en el “Punk”. Pero, ¿Qué es el punk? Podríamos señalar a los Sex Pistols (o a una banda tipo Green Day, para los de onda más popera), a los mohicanos, a las chaquetas de cuero, a los Ramones y dejarlo ahí. Pero va más allá. El punk es una corriente musical, sí, pero también es una actitud, una confrontación, una protesta por el estado de las cosas, una forma de rebeldía, un estilo de vida y un largo etcétera. Una actitud que resiste el acartonamiento y con la que el Festival parece decir “son diez años y tenemos para varios más.”

Los invitados de honor de este año lo reflejan: el cineasta y músico francés F.J. Ossang, quien cultivó el punk como parte de la banda M.K.B. y  que alguna vez incluyó al ex The Clash Joe Strummer en el reparto de Doctor Chance (1997), filmada en Chile; Jaz Coleman, líder de la banda post punk Killing Joke; y el músico (ex Black Flag), actor, autor y activista Henry Rollins, que en su variada carrera ha sido desde luchador en videojuegos de pelea hasta inspiración para villano de cómics.

Siguiendo con este concepto, el Festival abrió con la cinta rusa Leto (“Verano”) de Kirill Serebrennikov, una recreación de la escena punk en Leningrado en los años 80. En plena Guerra Fría, la represión por parte del gobierno soviético hacia la juventud es tan grande que ni siquiera pueden mover los pies en un concierto; el espíritu anárquico del punk es el único recurso de estos jóvenes para poder disfrutar de músicos “enemigos” como Lou Reed, Iggy Pop y Marc Bolan de la banda T-Rex, entre otros.

Es en este contexto que asistimos a un triángulo amoroso entre Mike, un rockero underground que ya está de salida; Natasha, su esposa; y Viktor, el joven músico atormentado destinado a tomar la posta de quien será su mentor. La película está basada en la vida de Viktor Tsoi, líder de la banda ochentera Kino, muerto trágicamente en un accidente automovilístico a los 28 años y que hoy es una leyenda de la música soviética. Pero aún sin el componente biográfico, Leto nos sumerge en un tiempo y lugar muy específicos, todo a través de la música y un estilo a medio camino entre lo contemplativo y lo desenfrenado, al mejor estilo de un videoclip. Prueba de que, sin importar el contexto, el carácter contestatario del punk nunca cambia.

 

 

Como parte de su renovación, este año Al Este le prestó especial atención al cine de género (saludable movida que otros festivales parecen estar adoptando, o sino basta con ver la selección del último Cannes), tal vez para cambiar la percepción que se suele tener del cine europeo como algo denso o difícil. Hombre Lobo de Adrian Panek se inspira en El Señor de las Moscas para una historia sobre un grupo de niños fugados de un campo de concentración al final de la II Guerra Mundial sitiados en una casa por perros salvajes. La película utiliza el thriller para una alegoría sobre los horrores de la postguerra y la reconstrucción de Europa luego del conflicto.

De la misma manera, Los Niños de los Muertos, si bien tiene una premisa sobre una mujer que vuelve de la muerte convertida en zombie, es además un recuento de la complicada historia de Austria. Se suele decir que el cine de género – terror, ciencia ficción, etc. – es el vehículo perfecto para retratar la historia o sociedad de su país de origen, dándole un valor agregado más allá de lo visceral o fantástico; estas dos películas son prueba de ello.

Son 11 días de proyecciones y conferencias. Para información sobre la programación y demás eventos, visiten la página web del Festival o su fanpage en Facebook.

No te lo pierdasTe podría interesar
Cofundador y editor en FotografiaCalato.com. Bachiller en Periodismo de la Universidad Católica del Norte en Antofagasta, Chile. Master en Creative Writing, Publishing, and Editing (Escritura Creativa y Edición) de la Universidad de Melbourne, en Australia Redactor de Godard! Revista de Cine desde el 2005. Ha sido redactor de la revista de cine australiana Filmink. Colabora con el portal de noticias canadiense ScreenAnarchy. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI). Escribe el blog semanal Cinéfilo de Martes en la página web del diario Publimetro, además de colaborar con otros medios nacionales e internacionales. Redactor de la página web No Es En Serie, dedicada a series de televisión. Además mantiene su propio blog, Desaires, desde el 2005, donde escribe sobre cine, música y temas afines.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Crítica: Yana-Wara 0 167

Yana-Wara (2023), como ya se sabe, es el último proyecto del puneño Óscar Catacora, co-dirigido junto su tío Tito. Se esperaban grandes cosas del joven Catacora luego de su prometedor debut, Wiñaypacha (2017), un crudo y difícil retrato de una cruenta vejez en el Ande peruano. Esta nueva película confirma que lo de ese primer filme no fue flor de un día; Catacora era un talento en ciernes, lo cual hace que su impensado fallecimiento en pleno rodaje duela aún más.

Yana-Wara (Luz Diana Mamani) es una niña huérfana y muda de apenas 13 años, obligada a vivir en la remota puna junto a su abuelo Don Evaristo. Tras asistir a una escuela rural, la joven es vejada por su maestro, lo cual lleva a su anciano cuidador a tomar una drástica decisión y a la justicia del pueblo a tomar cartas en el asunto.

En su momento, de Wiñaypacha se dijeron varias cosas; y si bien la mayoría estaba de acuerdo en que se trataba de uno de los mejores estrenos peruanos de la última década, completamente ajeno a consideraciones comerciales y más cercano al cine de autor, también se le acusó de tener una mirada miserabilista, o de pornomiseria, como se suele referir a películas hechas para el circuito festivalero que realzan la miseria de Latinoamérica para públicos extranjeros. La película de Catacora al final logró escapar de estos rótulos debido a su profunda humanidad; era un filme que golpeaba fuerte, que dejaba huella, pero que al menos lograba que el espectador reflexione acerca de ciertos aspectos de la vida cotidiana – al menos, en lo que se refiere a las relaciones paternales; más de uno seguramente quiso dar un abrazo a sus padres o abuelos inmediatamente después.

Este sentir tan compasivo y humano se extiende ahora a la historia de la pequeña Yana-Wara, sometida a vejamenes que no comprende y donde todos inevitablemente deciden por ella. En lo que se refiere a retratos audiovisuales del mundo andino, uno se puede acostumbrar a una imagen exótica y romántica de su estilo de vida, ritos y costumbres, realzando una faceta mística, de conexión con la naturaleza y el espíritu andino que bebe del cine y hasta de documentales televisivos o campañas de PromPerú; un retrato que a veces puede caer en lo condescendiente y paternalista. Para un público urbano y occidentalizado resulta fácil caer en este patrón e ignorar lo real, al considerarse algo lejano.

Los Catacora van en contra de esta visión y tal como en su anterior trabajo, Yana-Wara es una cruda y fuerte dosis de realidad sobre el Ande. La niña es sometida prácticamente a una tortura interminable, obedeciendo a prácticas y costumbres que pueden considerarse arcaicas y que rayan buena parte del tiempo en el abuso físico y psicológico; esto sumado a una sociedad se sabe es machista y que ya tiene visto robarle su propia voz a la niña incluso antes de que esta la pierda. Está además el sistema de justicia que ve el caso de Don Evaristo, uno donde parece primar el concepto del ojo por ojo sin mayor sutileza; en un país con un sistema judicial tan alicaido como el nuestro, esto no resulta un bálsamo.

Todo esto contrastado con la paz y serenidad de unos remotos aunque majestuosos paisajes andinos plasmados en blanco y negro; el contraste entre bucólicas vistas de la naturaleza y los sucesos a veces inhumanos que vemos en pantalla resulta chocante. Los Catacora no buscan aleccionar ni dar sermones; parecen solo estar mostrándonos sin tapujos una realidad de cierta región del país que muchos o pasan por alto o ven edulcorada, una que no ha cambiado nada en varios años; de ahí a que esta historia resulte atemporal y puede ser tanto contempóranea como ambientada hace 20, 30 años sin que se note la diferencia.

Por lo demás, Yana-Wara es una progresión natural en el cine de los realizadores puneños. Donde Wiñaypacha era contemplativa y de un estilo casi documental, esta recurre más a recursos cinematográficos, desde la narración a destiempo – buena parte del film es un flashback mientras Don Evaristo cuenta su historia a las autoridades – hasta marcados trucos de edición y momentos casi subliminales – una escena clave bien podría verse como una película de terror, con todo lo que eso conlleva. Lástima entonces que la carrera de Óscar haya quedado trunca justo cuando se estaba desarrollando. Ahora le queda a Tito tomar la posta, pero al menos nos queda como legado de este joven director dos filmes que están entre lo mejor del cine nacional reciente.

 

Continuar leyendo

3er Lima Alterna: Innova, Experimenta, Ve Cine 0 1956

¿Cómo abordar un festival de cine como Lima Alterna? Se puede empezar con las buenas noticias: su tercera edición será tanto virtual como presencial, una versión híbrida que no puede hacer más que aumentarles el perfil luego de dos años de forzada presencia digital. Esto va de la mano con un crecimiento que los ve llegar a cinco salas en Lima y tres en provincias.

Otra opción más en el calendario festivalero nunca está de más, especialmente tras dos años de pandemia.

Pero de nuevo queda la interrogante: ¿Cómo abordar Lima Alterna? Volvamos al principio: Lima Alterna nace de lo que fue Lima Independiente, cuya misión se encontraba en el nombre: cine independiente, experimental, creativo, alejado de lo convencional y que hasta hoy es recordado por haber traído al aquel entonces ganador de la Palma de Oro en Cannes, Apichatpong Weerasethakul.

Lima Alterna, sin embargo, está abriendose su propio camino. Y desde ya se pueden ver las que se están convirtiendo en sus caracteristicas definitorias. Esta su variedad geográfica; mientras que la vieja confiable para varios eventos locales es buscar cine de Europa (Francia, España, Rusia, Francia, los sospechosos comunes), este es un festival que va más allá y nos trae filmografías de países tan insospechados como Bangladesh, Palestina, las Islas Salomón o la República del Congo, por dar algunos ejemplos. Si se trata de conocer cine de otras latitudes, han hecho la tarea.

Pero también está la voluntad del festival de experimentar, de ir más allá del típico cine de tres actos. Y no sólo con un denso cine de autor, sino también con algo de espiritu lúdico; de ahí su aceptación del cine de género (sci-fi, terror, etc.) pasado por el filtro de lo experimental. Eso se ve desde la película con la que inauguraron hace ya dos años, Jesus Shows You The Way to The Highway, un delirio indescriptible sobre hackers, figuras religiosas y Batman.

 

 

Y se ve de nuevo con The Timekeepers of Eternity, que a pesar del nombre que parece sacado de novela juvenil distópica, no es más que una reedición y reencauchada de una miniserie de dos capítulos de 1995, The Langoliers, basada en un cuento de Stephen King y que muchos fans están de acuerdo no es de las mejores adaptaciones del celebrado autor; esa es la manera diplomática de decir que es bastante mala.

Un grupo de personas en un vuelo de rutina despierta para encontrar el avión desierto, lo mismo el resto del mundo; parece son las únicas que quedan. El gran giro es que han viajado al pasado, un pasado “muerto” y que está a punto de ser devorado por las criaturas del título, que gracias a los efectos especiales noventeros parecen Pac-manes marrones calidad Playstation 1. Lo único por lo que se recuerda hoy es justamente esas criaturas y por el primo Balki de Perfectos Desconocidos sobreactuando como nunca en la vida como un ejecutivo al borde un colapso nervioso.

Y es justamente el desequilibrado Mister Toomy el que se vuelve el enfoque de esta nueva versión, ahora presentada en blanco y negro y con animación hecha en papel; un pequeño juego que convierten a esta somnífera película en un experimento psicológico. Sólo hay que aguantar diálogos dignos de telenovela cebollera y uno que otro actor que parece narcotizado. Así, con animación y un nuevo montaje más cercano a la paranoia, The Langoliers cobra otra dimension. El que hayan podido resumir una película de tres horas en 60 minutos y que aún se mantenga coherente dice mucho de lo olvidable que es la versión original.

 

 

Este tipo de innovaciones y experimentos es justamente lo que parece persigue un festival como Lima Alterna. Es cierto que puede ser intimidante para el espectador promedio; es un gusto adquirido. Pero si están dispuestos a tener paciencia y sumergirse en este cine poco convencional, quien sabe que tipo de cosas se pueden encontrar.

 

El 3er Lima Alterna Festival Internacional de Cine va del 13 al 23 de octubre. Para más información, incluyendo sedes y horarios, visiten la página web.

Continuar leyendo