En comparación a otros eventos de cine, la Semana del Cine Francés era modesta; una oportunidad de ponerse al día con algunas películas recientes del país galo, la gran mayoría vertidas hacia un público familiar. No se trataban de grandes estrenos, ni de imperdibles jales de prestigiosos festivales, pero para el público cinéfilo limeño, que desde siempre ha sido bastante francófilo, resultaba de interés.
La Semana, lamentablemente, fue una de las afectadas por la pandemia; tras dos años de desaparecer del calendario fílmico local, muchos se preguntaban si es que acaso podría volver en esta nueva realidad post-Covid. Este año, con las salas ya abiertas y muchos de nuevo poniéndose bajo el cobijo de una butaca en la oscuridad, el evento ahora regresa con nuevos bríos y un nuevo nombre: el Festival de Cine Francés.
Eso ya lo deja claro: ya no se trata de una simple muestra de películas de hace dos, tres años. Ahora, bajo la supervisión del cineasta y director del Festival Al Este David Duponchel, hay un esfuerzo consciente por crear una programación coherente y que muestre el carácter del evento.
Resulta más que aparente con la inclusión de una sección dedicada al cine fantástico; todo un género que suele faltar en más de un festival local. Afortunadamente, varios están abriendo sus puertas a este tipo de películas cada vez más.
Es así que en “Frantástico” encontramos desde un clásico de culto como El Planeta Salvaje (1973) de René Laloux, ambientado en un planeta dominado por gigantes azules (la imagen de un humanoide azul de ojos rojos es una que ya se ha vuelto parte de la cultura pop por osmosis), hasta lo más reciente del demente Quentin Dupieux, el mismo que ya anteriormente nos trajo Rubber (2010), la historia de una llanta asesina con poderes telequinéticos. Su más reciente delirio es Mandíbulas (2020), sobre dos amigos con una mosca gigante de mascota. Una premisa que viniendo de cualquier otro director haría a más de uno rascarse la cabeza, pero que resulta de lo más normal en el excéntrico mundo de Dupieux, que alguna vez hizo una película sobre la relación íntima entre un hombre y su chaqueta de gamuza.
Más allá del cine fantástico, el festival también cuenta con películas más “tradicionales”, para los que gozan de un cine galo más clásico centrado en diálogos e interacciones humanas. Y no hay filme más tradicional que Delicioso (2021) de Éric Besnard. Una combinación de cinta histórica con romance y cine gastronómico, esta gentil película está ambientada en la antesala de la Revolución Francesa; cuando el chef Manceron es expulsado del palacio aristocrático donde trabaja por sus innovadoras recetas, recae en una cabaña en el campo junto a su hijo y a otra compañera de palacio, donde pronto estarán atendiendo los paladares de cualquier viajero con el estómago vacío. Se trata de la creación del primer restaurante en Francia; no es una historia real, pero sirve como telón de fondo para un bienintencionado relato sobre derribar elitismos e unir a diferentes clases sociales a través de algo tan elemental como la comida. Delicioso es lo que se conoce como una película feel-good, de esas que pueden gustar a todo el mundo y como tal, es un buen punto de partida para adentrarse en el cine francés.
Esto es apenas una pequeña muestra de lo que ofrece el renacido Festival de Cine Francés, que va del 3 al 15 de mayo en las siguientes sedes: la Sala Roja del Centro Cultural PUCP, Cineplanet Alcázar, la Sala Armando Robles Godoy del Ministerio de Cultura, y la Alianza Francesa de Lima, Arequipa, Chiclayo, Cusco, Piura y Trujillo. Habrán además proyecciones al aire libre en el LUM y el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Mayor información, incluyendo horarios en este enlace.