23 Festival de Lima: Algunas Recomendaciones 0 1494

En cuestión de días arranca el 23 Festival de Cine de Lima. Del 9 al 17 de agosto, es la ventana anual al cine reciente hecho en Latinoamérica y el resto del mundo y un breve descanso de nueve días de los multicines (tranquilos todos, Hobbs y Shaw seguirán ahí cuando vuelvan).

Si bien el cine hecho en la parte hispanohablante del mundo es bastante amplio (a pesar de contar con un aproximado de 400 películas, el Lima Fest tan solo abarca una parte), cada año se pueden resaltar algunos hitos o puntos en común, tanto delante de la cámara como detrás de ella. Cabe destacar que de los 18 títulos de la Competencia Oficial de Ficción, la mitad son dirigidos (o co-dirigidos) por mujeres, lo que da fe de la variedad de puntos de vista presentes en la muestra y le aporta una muy necesaria diversidad.

La competencia incluye tanto a directores consagrados como la argentina Ana Katz o el brasileño Karim Ainouz, como a óperas primas, que en este caso son diez; entre ellas se encuentra nuestra Melina León y Canción sin Nombre, uno de los títulos más esperados luego de su estreno en Cannes.

A continuación, algunas recomendaciones de lo que hemos podido ver de la Competencia Oficial de Ficción, apenas una pequeña muestra de lo que trae esta edición.

 

 

La Vida Invisible de Eurídice Gusmão de Karim Ainouz (Brasil)

Basada en la novela del mismo nombre de Martha Batalha y ganadora del Premio Un Certain Regard en el último Cannes, lo nuevo de Ainouz está ambientado en los años 50 y cuenta la historia de Eurídice y Guida, dos hermanas separadas por el destino en su juventud y que pasarán el resto de sus vidas sin saber una de la otra.

Un melodrama al mejor estilo clásico, hecho con bastante oficio y tremendamente emotivo. Guida y Eurídice son separadas por el machismo imperante de la época, aquel que les exige conformarse a ciertos roles en la sociedad y mantener un perfil bajo, sin permitirles tener la vida que desean; una demostración del patriarcado más rancio que aún hoy sigue tristemente vigente. Drama de largo aliento de Karim Ainouz, desde hace mucho tiempo un caserito del Festival; otra prueba del buen momento por el que está pasando el cine de Brasil.

 

 

Los Tiburones de Lucía Garibaldi (Uruguay) ÓPERA PRIMA

Pasando los días en el balneario en el que vive, Rosina experimenta las relaciones afectivas por primera vez con Joselo, un pescador local. Todo mientras la amenaza de tiburones acecha las aguas, como una clara metáfora de la juventud y aquel rito por el que pasamos todos al adentrarnos en las peligrosas aguas de la adolescencia.

Una sencilla pero bien contada historia coming-of-age, con las acostumbradas experiencias de la juventud: el despertar sexual, la primera decepción amorosa, etc. Todo desde un marcado punto de vista muy femenino, en este sólido debut de Lucía Garibaldi.

 

 

Miriam Miente de Natalia Cabral y Oriol Estrada (República Dominicana) ÓPERA PRIMA

Un retrato del racismo asolapado y los prejuicios presentes en todo Latinoamérica, a través de Miriam, una niña que cae en una insostenible red de mentiras al no querer revelar que el novio que ha conocido por internet es de raza negra. El que ella también lo sea, en la multicultural región del caribe, es una ironía que no pasa desapercibida, pero son los complejos de una familia arribista los que llevan a una situación que sería absurda si no fuese tan real.

Al contar esta historia desde un punto de vista juvenil, la película no hace más que resaltar unas exasperantes actitudes muy comunes en la sociedad, unas de las que todos habrán caído alguna vez, a veces sin darse cuenta. Sin caer en la machacante denuncia, este buen debut de la dupla Cabral-Estrada tiene algo que decir y lo hace de manera firme y convincente.

 

 

Nuestras Madres de César Díaz (Guatemala) ÓPERA PRIMA

La llamada Guerra Civil de Guatemala duró de 1960 a 1996; en esos 36 años de enfrentamiento se cometieron varias atrocidades en contra de la población indígena guatemalteca, dejando un incontable saldo de muertos y desaparecidos.

En su historia de un joven forense recuperando los restos de los desaparecidos – descubriendo sus secretos familiares al mismo tiempo – Nuestras Madres busca cerrar estas heridas abiertas. Similar a la peruana NN de Héctor Gálvez, lo que no hace más que demostrar que los estragos de los conflictos civiles son una experiencia compartida en toda América Latina; ya sea una humilde mujer indígena o un especialista forense, todos han sufrido por igual.

Un drama que además sirve como puerta de entrada a la cinematografía de Guatemala, poco conocida en el resto del continente y que con esta y José de Li Cheng, tienen dos representantes compitiendo en esta edición.

 

 

Sócrates de Alexandre Moratto (Brasil) ÓPERA PRIMA

El joven Sócrates pierde a su madre y debe sobrevivir sólo en los márgenes de Sao Paulo, enfrentándose a la orfandad, la destitución y la falta de trabajo; tarea nada fácil para un joven en pleno proceso de descubrir su propia identidad sexual. Drama urbano que podría fácilmente ser acusado de pornomiseria como le ha pasado a tantos otros filmes latinoamericanos (miseria de exportación hecha para festivales, dicen), pero que gana puntos por su compromiso con el realismo y el buen trabajo del joven actor Christian Malheiros.

Sócrates es un protagonista carismático, avispado y dispuesto a todo para sobrevivir; resulta fácil apoyarlo en sus correrías por la costa de Sao Paulo; es él quien le da valor a un drama que no es fácil de ver (no es el tipo de filme que uno se repite), pero que muestra una problemática social que muchos – incluido el mismo público de los festivales de cine – desconocen o ignoran.

 

Visiten el fanpage del Festival para más información sobre la programación, sedes y horarios.

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Cofundador y editor en FotografiaCalato.com. Bachiller en Periodismo de la Universidad Católica del Norte en Antofagasta, Chile. Master en Creative Writing, Publishing, and Editing (Escritura Creativa y Edición) de la Universidad de Melbourne, en Australia Redactor de Godard! Revista de Cine desde el 2005. Ha sido redactor de la revista de cine australiana Filmink. Colabora con el portal de noticias canadiense ScreenAnarchy. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI). Escribe el blog semanal Cinéfilo de Martes en la página web del diario Publimetro, además de colaborar con otros medios nacionales e internacionales. Redactor de la página web No Es En Serie, dedicada a series de televisión. Además mantiene su propio blog, Desaires, desde el 2005, donde escribe sobre cine, música y temas afines.

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Crítica: Yana-Wara 0 167

Yana-Wara (2023), como ya se sabe, es el último proyecto del puneño Óscar Catacora, co-dirigido junto su tío Tito. Se esperaban grandes cosas del joven Catacora luego de su prometedor debut, Wiñaypacha (2017), un crudo y difícil retrato de una cruenta vejez en el Ande peruano. Esta nueva película confirma que lo de ese primer filme no fue flor de un día; Catacora era un talento en ciernes, lo cual hace que su impensado fallecimiento en pleno rodaje duela aún más.

Yana-Wara (Luz Diana Mamani) es una niña huérfana y muda de apenas 13 años, obligada a vivir en la remota puna junto a su abuelo Don Evaristo. Tras asistir a una escuela rural, la joven es vejada por su maestro, lo cual lleva a su anciano cuidador a tomar una drástica decisión y a la justicia del pueblo a tomar cartas en el asunto.

En su momento, de Wiñaypacha se dijeron varias cosas; y si bien la mayoría estaba de acuerdo en que se trataba de uno de los mejores estrenos peruanos de la última década, completamente ajeno a consideraciones comerciales y más cercano al cine de autor, también se le acusó de tener una mirada miserabilista, o de pornomiseria, como se suele referir a películas hechas para el circuito festivalero que realzan la miseria de Latinoamérica para públicos extranjeros. La película de Catacora al final logró escapar de estos rótulos debido a su profunda humanidad; era un filme que golpeaba fuerte, que dejaba huella, pero que al menos lograba que el espectador reflexione acerca de ciertos aspectos de la vida cotidiana – al menos, en lo que se refiere a las relaciones paternales; más de uno seguramente quiso dar un abrazo a sus padres o abuelos inmediatamente después.

Este sentir tan compasivo y humano se extiende ahora a la historia de la pequeña Yana-Wara, sometida a vejamenes que no comprende y donde todos inevitablemente deciden por ella. En lo que se refiere a retratos audiovisuales del mundo andino, uno se puede acostumbrar a una imagen exótica y romántica de su estilo de vida, ritos y costumbres, realzando una faceta mística, de conexión con la naturaleza y el espíritu andino que bebe del cine y hasta de documentales televisivos o campañas de PromPerú; un retrato que a veces puede caer en lo condescendiente y paternalista. Para un público urbano y occidentalizado resulta fácil caer en este patrón e ignorar lo real, al considerarse algo lejano.

Los Catacora van en contra de esta visión y tal como en su anterior trabajo, Yana-Wara es una cruda y fuerte dosis de realidad sobre el Ande. La niña es sometida prácticamente a una tortura interminable, obedeciendo a prácticas y costumbres que pueden considerarse arcaicas y que rayan buena parte del tiempo en el abuso físico y psicológico; esto sumado a una sociedad se sabe es machista y que ya tiene visto robarle su propia voz a la niña incluso antes de que esta la pierda. Está además el sistema de justicia que ve el caso de Don Evaristo, uno donde parece primar el concepto del ojo por ojo sin mayor sutileza; en un país con un sistema judicial tan alicaido como el nuestro, esto no resulta un bálsamo.

Todo esto contrastado con la paz y serenidad de unos remotos aunque majestuosos paisajes andinos plasmados en blanco y negro; el contraste entre bucólicas vistas de la naturaleza y los sucesos a veces inhumanos que vemos en pantalla resulta chocante. Los Catacora no buscan aleccionar ni dar sermones; parecen solo estar mostrándonos sin tapujos una realidad de cierta región del país que muchos o pasan por alto o ven edulcorada, una que no ha cambiado nada en varios años; de ahí a que esta historia resulte atemporal y puede ser tanto contempóranea como ambientada hace 20, 30 años sin que se note la diferencia.

Por lo demás, Yana-Wara es una progresión natural en el cine de los realizadores puneños. Donde Wiñaypacha era contemplativa y de un estilo casi documental, esta recurre más a recursos cinematográficos, desde la narración a destiempo – buena parte del film es un flashback mientras Don Evaristo cuenta su historia a las autoridades – hasta marcados trucos de edición y momentos casi subliminales – una escena clave bien podría verse como una película de terror, con todo lo que eso conlleva. Lástima entonces que la carrera de Óscar haya quedado trunca justo cuando se estaba desarrollando. Ahora le queda a Tito tomar la posta, pero al menos nos queda como legado de este joven director dos filmes que están entre lo mejor del cine nacional reciente.

 

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3er Lima Alterna: Innova, Experimenta, Ve Cine 0 1956

¿Cómo abordar un festival de cine como Lima Alterna? Se puede empezar con las buenas noticias: su tercera edición será tanto virtual como presencial, una versión híbrida que no puede hacer más que aumentarles el perfil luego de dos años de forzada presencia digital. Esto va de la mano con un crecimiento que los ve llegar a cinco salas en Lima y tres en provincias.

Otra opción más en el calendario festivalero nunca está de más, especialmente tras dos años de pandemia.

Pero de nuevo queda la interrogante: ¿Cómo abordar Lima Alterna? Volvamos al principio: Lima Alterna nace de lo que fue Lima Independiente, cuya misión se encontraba en el nombre: cine independiente, experimental, creativo, alejado de lo convencional y que hasta hoy es recordado por haber traído al aquel entonces ganador de la Palma de Oro en Cannes, Apichatpong Weerasethakul.

Lima Alterna, sin embargo, está abriendose su propio camino. Y desde ya se pueden ver las que se están convirtiendo en sus caracteristicas definitorias. Esta su variedad geográfica; mientras que la vieja confiable para varios eventos locales es buscar cine de Europa (Francia, España, Rusia, Francia, los sospechosos comunes), este es un festival que va más allá y nos trae filmografías de países tan insospechados como Bangladesh, Palestina, las Islas Salomón o la República del Congo, por dar algunos ejemplos. Si se trata de conocer cine de otras latitudes, han hecho la tarea.

Pero también está la voluntad del festival de experimentar, de ir más allá del típico cine de tres actos. Y no sólo con un denso cine de autor, sino también con algo de espiritu lúdico; de ahí su aceptación del cine de género (sci-fi, terror, etc.) pasado por el filtro de lo experimental. Eso se ve desde la película con la que inauguraron hace ya dos años, Jesus Shows You The Way to The Highway, un delirio indescriptible sobre hackers, figuras religiosas y Batman.

 

 

Y se ve de nuevo con The Timekeepers of Eternity, que a pesar del nombre que parece sacado de novela juvenil distópica, no es más que una reedición y reencauchada de una miniserie de dos capítulos de 1995, The Langoliers, basada en un cuento de Stephen King y que muchos fans están de acuerdo no es de las mejores adaptaciones del celebrado autor; esa es la manera diplomática de decir que es bastante mala.

Un grupo de personas en un vuelo de rutina despierta para encontrar el avión desierto, lo mismo el resto del mundo; parece son las únicas que quedan. El gran giro es que han viajado al pasado, un pasado “muerto” y que está a punto de ser devorado por las criaturas del título, que gracias a los efectos especiales noventeros parecen Pac-manes marrones calidad Playstation 1. Lo único por lo que se recuerda hoy es justamente esas criaturas y por el primo Balki de Perfectos Desconocidos sobreactuando como nunca en la vida como un ejecutivo al borde un colapso nervioso.

Y es justamente el desequilibrado Mister Toomy el que se vuelve el enfoque de esta nueva versión, ahora presentada en blanco y negro y con animación hecha en papel; un pequeño juego que convierten a esta somnífera película en un experimento psicológico. Sólo hay que aguantar diálogos dignos de telenovela cebollera y uno que otro actor que parece narcotizado. Así, con animación y un nuevo montaje más cercano a la paranoia, The Langoliers cobra otra dimension. El que hayan podido resumir una película de tres horas en 60 minutos y que aún se mantenga coherente dice mucho de lo olvidable que es la versión original.

 

 

Este tipo de innovaciones y experimentos es justamente lo que parece persigue un festival como Lima Alterna. Es cierto que puede ser intimidante para el espectador promedio; es un gusto adquirido. Pero si están dispuestos a tener paciencia y sumergirse en este cine poco convencional, quien sabe que tipo de cosas se pueden encontrar.

 

El 3er Lima Alterna Festival Internacional de Cine va del 13 al 23 de octubre. Para más información, incluyendo sedes y horarios, visiten la página web.

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