Cortos de Vista: Octava Edición – Entrevista con Martín Hernández y Sugey López. 0 1861

Martín Hernández y Sugey López, de Watana Comunicaciones, lideran el equipo organizador del Festival Nacional de Cortometrajes Universitarios “Cortos de Vista”, realizado todos los años en octubre, en Chiclayo.

En la siguiente entrevista nos entregan un balance del evento de este año y sus objetivos para la décima edición.

¿Cómo les fue este año, en la octava edición del festival?

Martín: Hay un antecedente en los últimos tres años, para ingresar a “Cortos de Vista” – como mencioné el día de la inauguración – debe ser un lujo, aunque pequeño pero significativo. La convocatoria este año fue brutal. Como organización, revisar todos los detalles de la inscripción fue bastante trabajoso debido a  la respuesta tan grande de la convocatoria.

Sugey: Este año fueron 78 los cortometrajes recibidos que estaban aptos para pasar a la curaduría. Hubo un grupo grande que ya no pudo pasar porque no cumplieron con los plazos de inscripción.

¿Qué actividades nuevas sumaron en esta edición?

Martín: “Cortos de Vista” ya es una marca propia, que tiene tres líneas: el festival en sí, el concurso de financiamiento y las muestras itinerantes. Estos dos últimos fueron la novedad este año.

¿Pueden comentar con más detalles las actividades del festival, como la selección oficial?

Sugey: Este año fueron seis personas las que hicieron la curaduría. La selección fue bastante diversa. Entre los 33 cortometrajes seleccionados hubo de todo, desde un cortometraje de Ayacucho, que tenía solamente una locación, un solo plano y era técnicamente sobrio, hasta producciones más arriesgadas en su propuesta técnica o que apostaban a géneros como  el terror.

Martín: A la par tuvimos dos muestras, una de cortometrajes internacionales donde se solicitaron trabajos de festivales amigos para que sean exhibidos y  la otra muestra de cortometrajes nacionales fuera de competencia. Esta muestra no competitiva tiene como finalidad mostrar la producción universitaria de otras regiones del país, es un poco más estadística y descentralizadora.

Este año también realizaron un concurso de financiamiento, ¿en qué consistió?

Martín: En cuanto a la participación, por la novedad del concurso, los chicos no tenían muy clara la idea. Lo que solicitábamos era un proyecto de cortometraje, que cumpliera con algunos ítems específicos. Como fue el primer concurso hicimos un proyecto demo que funcionase como guía. Se trata de buscar la profesionalización en ese aspecto. Recibimos veinte proyectos. Destacaban las animaciones y los documentales. 

Sugey: De los 20, quedaron 9 aptos. El ganador, Pétalos, es un proyecto de animación que trabajó con más de 15 personas. Era una moneda al aire hacer este concurso, nuestra mayor preocupación era que el corto no cumpliera las expectativas. Además, del premio monetario porque clasificaba directamente a la selección oficial del festival, pero tuvimos la suerte de que todo  marchara bien y el producto final cumpliese los objetivos.

Martín: Lo bueno de abrir este concurso es que varios de los proyectos enviados, y que no ganaron, se estén realizando en este momento.

¿Y las muestras itinerantes?

Sugey: Las muestras itinerantes ayudan a mantener vivo el festival durante el año. Es el primer año que lo hacemos. Aunque se presentaron algunos percances en las sedes, en general es una buena iniciativa que nos ha permitido obtener alianza con otras universidades e instituciones culturales interesadas en difundir el audiovisual. Hemos tenido sedes con el auditorio lleno, lo bonito también fue que nos pidan la muestra de diferentes sedes. En diciembre tenemos una muestra más en Cusco con los ganadores de la edición anterior.

Martín: Este año contamos con sedes en Chiclayo, Piura, Lima, Cusco, Cajamarca, Chachapoyas, Arequipa, etc. Nuestra intención es realizar la muestra de la siguiente edición con los cortometrajes ganadores de este año. La idea es que el festival llegue a más personas. Si eso influye directamente en el número de participantes del festival, recién lo sabremos el siguiente año.

Desde el año anterior, además de los ganadores, otorgan menciones en rubros específicos. ¿Qué repercusión han tenido con estas menciones?

Martín: La gente ya le da valor a su trabajo. A ese nivel, aunque sea universitario, ya motiva a las personas para que participen en otras producciones. Los participantes en el festival ya tienen un bagaje importante, el solo hecho de colocar bien los créditos de un corto ya es señal de que se valora el trabajo, así todos dejan de ser directores o productores. Cada quien tiene que darse cuenta que en producción audiovisual puede y debe tener una especialización. Siempre habrá genios que puedan hacerlo todo, pero eso no forma realmente parte de una industria, porque es una cosa más individualizada. No es como decir tal persona hizo la fotografía, otro la dirección de arte, etc. y se van sumando los valores. Como estadística, de las ocho ediciones del festival, en un promedio de veinte ganadores, más de diez hacen marketing o periodismo y solo el resto se ha dedicado al audiovisual.

Sugey: Siempre hay cortos que destacan en ciertos aspectos, por eso son las menciones en realidad.  Por ejemplo, en un cortometraje que es flojo en cuanto a realización pero tiene un buen guion, es bueno incentivar al guionista. Creo que los más consecuentes son los que persistido en el audiovisual, generalmente los ganadores de categoría ‘Un minuto’, chicos que ya tiene su propia productora o que han aprendido a trabajar en equipo.

¿Cómo proyectan el festival para las siguientes ediciones?

Martín: Siempre hemos dicho que para nosotros como productora el festival es un cliente, el que más te exige en el año. Pensamos en la novena edición, pero teniendo en  cuenta que ya estamos cerca de la décima edición, que pensamos hacerla internacional en convocatoria. Aunque esta edición ya tuvo un carácter internacional porque mediante MovieBeta estudiantes de Canadá, Estados Unidos, Australia, inscribieron sus cortos pensando que podían participar. El próximo año sí pensamos tener una convocatoria abierta para universitarios de fuera del país, sería una muestra no competitiva, pero que les permita tener un espacio para verse.

Sugey: El festival va creciendo en cuanto a proyección y en cuanto a calidad. Se espera que próximamente de aquí a unos años el festival tenga un nombre a nivel internacional. Para nosotros fue grato saber que en Colombia, por ejemplo, conocieran el festival y las actividades a través de la web y las redes sociales. Para nosotros es importante el contacto con distribuidores internacionales, este año con Quechua Films, por ejemplo. Uno de los premios era la distribución del cortometraje ganador en festivales internacionales. Este año no le hicimos tanta difusión a ese premio porque no queríamos que se desvirtúe el carácter del festival de darle nivel estudiantil. Es bueno tener un poco de la mística. Pero el siguiente sí haremos mayor incidencia con ese premio.

A continuación la lista de ganadores y menciones especiales de Corto de Vista 2015:

Ganador Premio “Cortos de Vista”: Islandia de Miguel Ibarra (Lima)
Ganador Categoría Ficción: Islandia de Miguel Ibarra (Lima)
Mención Categoría Ficción: Muñequita de Didier Dutruel (Lima)
Mención Categoría Ficción: Zumbido de Marcela Pareja (Chiclayo)
Ganador Categoría Documental: Detrás del Pollón de Ángel Pajares (Trujillo)
Mención Categoría Documental: Señas en Silencio de Catherine Heredia (Lima)
Ganador Categoría Un Minuto: Plastic de Bruno Durand (Lima)
Mención Categoría Un Minuto: Nodus Tollens de Alessandro Backler (Lima)
Mención en Dirección: Miguel Ibarra – Islandia (Lima)
Mención para Actor: Enrique Victoria – Muñequita (Lima)
Mención para Actriz: Laura Adrianzén – Retrato (Lima)
Mención en Guion: Gabriel Páucar – Juguetes (Lima)
Mención en Dirección de Fotografía: Mauricio Valdez – Islandia (Lima)
Mención en Edición: Didier Dutruel – Muñequita (Lima)

Visiten la página oficial de Cortos de Vista aquí y la página de Facebook aquí.

Links del festival

www.cortosdevista.pe
www.facebook.com/cortosdevista

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Cortometrajes ‘Atrapadas’ y ‘El juego’ se estrenan en el Ministerio de Cultura 0 1762

El Ministerio de Cultura estrenará en la sala de Armando Robles Godoy, dos cortometrajes peruanos que iniciarán su recorrido en festivales internacionales.

EL JUEGO, cortometraje de terror dirigido por Rogger Vergara Adrianzén, acaba de ser seleccionado para representar a Perú en el festival más importante del género a nivel mundial: Sitges, Festival de Cine Fantástico de Cataluña en España. Además, también ha sido seleccionado para participar en el Indie Short Fest en California, Estados Unidos y en Perú en Filmocorto 2019 del Festival de Cine de Lima.

Por su parte, ATRAPADAS es un cortometraje que denuncia la violencia contra la mujer en nuestro país y que se alzó con el premio a Mejor Cortometraje Experimental en la última edición de Filmocorto 2019 del Festival de Cine de Lima. En el 2018, 149 mujeres fueron víctimas de feminicidio en el Perú y van más de 100 víctimas en lo que va del año. En ese contexto, Nataly Vergara Adrianzén, novel directora, construye una acertada visión de la brutal realidad que afecta la vida de las mujeres. La propuesta interesó a Women’s Voices Now, organización internacional que busca dar presencia a mujeres realizadoras y a Women’s March Global que presentó el proyecto en Los Ángeles, Estados Unidos, en el evento Women’s Wave 2019. También ha sido seleccionado para participar en Les Femmes Underground Film Festival 2020 de California, Estados Unidos.

La cita es este sábado 31 de agosto a partir de las 3:00 p.m. en la sala Armando Robles Godoy del Ministerio de Cultura (Av. Javier Prado Este 2465, San Borja). Ambas proyecciones irán acompañadas de conversatorios con parte del equipo e invitados especiales.

Pueden ver los trailers de ambos cortometrajes en esta misma página. Y no se olviden que el ingreso es libre; ¡así que no hay razón para no ir!

 

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ENTREVISTA: Amiel Cayo 0 6485

Amiel Cayo (Puno, 1969) ha logrado destacar en los últimos años por sus papeles en filmes como La Deuda (Oliver’s Deal en inglés) de Barney Elliott y Retablo de Álvaro Delgado-Aparicio. Pero además de su faceta como actor, es un polifacético artista aficionado a las artes plásticas y la pintura, un fabricante de máscaras que además ha publicado tres libros: Willka Nina (2015), El Gato Pany (2016) y Juegos de Muerte: Tres Obras de Teatro (2016). Como director teatral, ha dirigido, entre otras, la obra para niños El Zorro y el Cuy.

Toda una experiencia que Amiel ha puesto en servicio del desarrollo cultural de su natal Puno y el Perú: Tuvimos la oportunidad de conversar con este actor acerca de su variada y muy creativa carrera artistíca.

 

Te dedicas a muchas disciplinas. ¿Cómo han contbuido todas a tu formación actoral?

En general, el arte te da la sensibilidad suficiente para percibir el mundo que te rodea. Desde niño, yo empecé con las artes plásticas, el dibujo, la pintura y ahí me he ido formando hasta la adolescencia. Esa práctica te afina la sensibilidad y ves las cosas de otra manera.

Empecé a hacer teatro por esas casualidades de la vida; no pensaba jamás hacerlo o entrar en la actuación, pero fue un mundo que me fue atrapando. Es una disciplina muy compleja donde pueden confluir diferentes habilidades, tanto la música, el canto, la actuación, inclusive otro tipo de saberes del conocimiento humano, como la ciencia.

A los 14 años me inserto en la vida cultural de Puno, participando activamente en varios movimientos y grupos culturales, como el Grupo Cuaternario, que era de pintores; la Asociación Juvenil Puno, que hacían música; fundando la Asociación Escena Inca para empezar a hacer teatro; posteriormente fundo mi propio grupo, que se llamó Yatiri.

¿Era donde bailabas?

No, era de teatro. Pero siempre, desde niño, he estado permanentemente con la Fiesta de la Candelaria todos los años, bailando. Recuerdo que cuando tenía 11 años un amigo me invito a tocar zampoñas en un conjunto. Fui, regresé como a las nueve de la noche a casa y mi mamá me esperaba y me dice “¿Qué haces, donde fuiste?”; yo feliz, “Mamá, estoy aprendiendo a tocar zampoña”, “¿Cómo? ¡No puede ser, como te vas a juntar con esos borrachos!” y así. Nunca más volví al grupo, hasta que a los 14 años me encontré con la Asociación Juvenil Puno, chicos que hacen otro tipo de música, entonces con una mayor capacidad de decisión, me uní. Fue una etapa muy rica para mí, que siempre recuerdo con mucho beneplácito; todas las vivencias que tuve y la formación, fueron las bases para lo que fui desarrollando en el futuro.

Hemos hablado de artes diferentes. ¿Cuál podrías decir es tu favorita? Y también, ¿Cuál ha sido tu actuación favorita?

De todas las disciplinas que he desarrollado y practicado, diría que es el teatro, la actuación, lo que más me ha llenado como ser humano, es donde han coincidido mis habilidades con las artes plásticas, la música y el canto. Aparte está el trabajo actoral en sí, porque tiene una dinámica compleja de entrenamiento, de preparar y construir los personajes; inclusive eso me permitió incursionar en la dramaturgia, que ahora aplico en la escritura de cuentos y novelas que estoy desarrollando. Todo eso a través de la actuación y el teatro.

En Extirpador de Idolatrías, colaboraste haciendo las máscaras y parte del arte.

Fue una manera de retomar; cuando empecé a hacer teatro, mi trabajo con las artes plásticas había quedado relegado. También me empecé a dar cuenta de la posibilidad de utilizar la máscara como un elemento plástico en la escena. Entonces empiezo a retomar; como ya tenía esa habilidad de modelar, dibujar, trabajar eso con las manos, empecé a investigar y desarrollar. Paralelamente a mi carrera de actor, hice carrera como artista plástico especializado en la construcción de máscaras.

Cuando se hizo Extirpador de Idolatrías, se requería para una escena medio fantasiosa, que me hacía recordar un poco a Akira Kurosawa, el director (Manuel Siles) me solicitó que le preste algunas máscaras y es así como se incorporaron a la escena.

¿Y que hacías con las máscaras, con tu trabajo? ¿Lo vendías en Puno?

No, porque este trabajo básicamente lo he desarrollado en Lima. En Puno recién están empezando a reconocerme, me mudé para allá hace dos años y estoy trabajando y haciendo una labor cultural fuerte. No me conocían como mascarero, pero sí aquí en Lima, de aquí pude salir a otras regiones donde sí he sido reconocido como artista de la máscara.

¿Mientras actuabas, te ganabas la vida haciendo máscaras?

Sí, claro. He tenido varios talleres aquí en Lima. En Yuyachkani fue donde más aprendí sobre las técnicas de elaboración, investigué sobre los personajes, las fiestas, como se usan las máscaras en la representación; no sólo hablamos de teatro, sino también la danza y otras disciplinas donde la máscara puede ser un elemento muy potente. Eso se lo debo a la Sala de Máscaras de Yuyachkani, ahí trabajé mucho tiempo hasta que salí para hacer mi propio taller y así desarrollarme y seguir aprendiendo, haciendo máscaras para muchos espectáculos, eventos, hasta ahora. A veces me solicitan de otros países para que les envíe máscaras. Pero digamos, es un trabajo complementario, no uno principal; me he abocado a la actuación, tanto en teatro como en cine.

 

Amiel y una de sus máscaras

 

Has hecho personajes completamente opuestos en tus roles en el cine y algunos son chamanes, hombres peligrosos y malvados, homosexuales enclosetados. Hay varios que no he nombrado, pero: ¿cuáles te han gustado más, te sientes identificado con alguno? ¿Crees que alguno haya trascendido?

De todas las películas que he hecho, que son seis largometrajes y tres cortos, está el personaje que desarrollé para La Deuda, un padre muy severo con su hijo y también muy protector, muy duro cuando los extranjeros quieren comprar sus tierras. Esa dureza, esa fortaleza, es quebrada por una situación que le pasa al personaje. Trabajar ese quiebre de alguien que a fin de cuentas es humano ha sido muy interesante y también ha tocado bastante fibras internas mías.

Otro personaje al que tengo mucho cariño es Noé Páucar de Retablo. Muchos dicen que el tema de la película es la homosexualidad reprimida y enclosetada que a veces se vive en el Ande y cuando se descubre es una bomba que estalla; estas actitudes a veces son mal vistas y reprimidas severamente por la gente. Trabajar esa sutileza no es trabajar lo obvio, lo exagerado de una persona en una situación así; para eso tuve que reconstruir la historia del personaje para poder representarlo frente a cámaras. Obviamente esa historia no se ve ni se dice en la película, pero el espectador lo siente.

En ambos casos siempre prima lo que es el amor, el amor filial, paternal, tanto en La Deuda como en Retablo. Una de las cosas que siempre me gusta trabajar es el no estereotipar al hombre andino, sino representarlo tal como es. He visto muchas películas y series donde hacen un estereotipo del hombre andino; en su forma de hablar, en su forma de vestirse, a veces cae en la chabacanería y eso no es bueno.

En el caso del chamán de Extirpador de Idolatrías, ¿cómo lo construiste?

Yo creo mucho en la espiritualidad; he visto a mi abuelo Ignacio hacer ceremonias de agradecimiento a la Pachamama y lo he tomado como referente. He aprendido mucho de él, crecí desde niño a su lado, me enseñó muchas cosas y cuando hago el personaje del chamán, me remito a mi abuelo para poder hablar con propiedad hacia el personaje del niño; soy como su protector. Al mismo tiempo, un chamán siempre es una representación del espíritu de alguna deidad andina; puede ser un apu, puede ser la cochamama, el inti, en fin, son varias deidades. En este caso, el referente de este chamán es el espíritu de una montaña.

Has hecho La Deuda, que es una co-producción; has estado en Lima, en zonas andinas, pero no has podido rodar en Puno, por ejemplo. Cuéntanos sobre estas experiencias.

La Deuda fue una superproducción con actores de Hollywood como Carlos Bardem o Stephen Dorff; para manejar todo el aparato logístico de ese tipo de producción, se requieren muchos recursos económicos. De igual manera Retablo, que aunque haya sido una producción peruana es una muy grande, de grandes recursos financieros. Rodé El Viaje Macho en Huancayo, una producción regional y el año pasado trabajé como asistente de dirección en Cusco, en Encanto de Sirena de Walter Aparicio. Las diferencias de rodar en producciones de Lima son el manejo de recursos que tienen y el profesionalismo con el que se manejan. En las regiones se intenta hacer un trabajo profesional, pero todavía están muy retrasados los mecanismos para conseguir fondos, para producir, tanto en el pre, el durante y el post; las producciones regionales en las que he trabajado adolecen de eso. En cierta medida han cubierto una parte, pero eso se suple con la creatividad de la gente que se involucra en las producciones, tanto en cámaras, luces, arte y todo eso. Todavía hace falta mayor conocimiento sobre cómo es la mecánica de producción de cine. Aún no he rodado en Puno porque no he tenido la oportunidad; vengo desarrollando proyectos para a futuro hacer algo ahí.

El año pasado hice un curso de Producción de Cine; para la mayoría en Puno, hacer cine es tomar una cámara, decirle “muévanse” a los actores y ya está. No hay una buena planificación, un planteamiento de lo que es la producción. Tratamos de abordar estos temas en el taller. El haber rodado seis películas me da la experiencia; he podido conocer aspectos no sólo del trabajo actoral, sino también he visto la parte de dirección, técnica y de producción.

 

 

Perú es uno de los países que menos invierte en cine, en educación, en todos estos procesos alrededor del cine. Tampoco hay una Ley de Cine revisada y actualizada, algo que sí tienen casi todos los países latinoamericanos. ¿Cómo ves este escenario que nos ha tocado? Más aún ahora que se está incrementando tanto la producción. Hay muchas películas hechas en regiones, la mayoría no se ven acá en Lima, ¿qué piensas de eso?

Hay creatividad y talento para producir películas, no sólo en Lima sino a nivel de regiones. Por ejemplo, Ayacucho, Huancayo, Trujillo, son regiones que producen bastante cine. Desde el estado, todavía no hay buenas políticas implementadas para fomentar y promover la actividad cinematográfica; DAFO es la única instancia del gobierno que promueve a través de sus concursos y premia para producir películas. El dinero que destinan a veces llega a cubrir 30-40 o en el mejor de los casos, el 50 por ciento de toda la producción de una película. Eso ayuda bastante a los productores del país, debería incrementarse aún más. Pero yo lo considero una deficiencia en cuanto a una ley que reglamente.

Aquí hay una falencia en cuanto a la promoción de las películas que se producen. El circuito comercial sólo prioriza películas de Estados Unidos, somos como una sucursal de ellos. Ese es el cine que más se ve, más se consume, el que más se comercializa; a diferencia de Corea, por ejemplo, donde priorizan más sus producciones y eso hace que la calidad de su cine crezca. Hay plataformas para ver y también hay un movimiento económico, los productores pueden invertir más dinero y mejorar la calidad de las películas. Pero como no hay eso, siempre se priorizan las películas que vienen de Estados Unidos. Uno ni se entera de que películas se han producido, cuales se han desarrollado; de alguna manera los festivales pueden suplir esa falencia, pero es mínimo. Se deberían crear espacios donde se puedan proyectar esas películas, eso sería un gran apoyo para el desarrollo del cine.

¿Qué les dirías a las personas del interior que quieren seguir esta carrera artística, en el cine?

Es una pregunta recurrente que me hacen; no sólo en el cine, sino en el arte en general. Siempre hay temor de los padres o de los chicos de poder hacer una carrera en la pintura, en la música, en la actuación. Yo siempre les digo que ser artista profesional es como cualquier otro profesional, sea abogado o ingeniero; así como ellos tienen un valor, el arte también tiene un valor en la sociedad. En la medida en que se abrace con convicción el trabajo que uno hace, va a poder abrirse a un mercado. Se suele relacionar al artista con ciertos vicios de la sociedad; creen que es fumón, alcohólico, bohemio, etc. En mi caso no fumo, no soy alcohólico, porque asumo mi profesión con disciplina y trabajo e investigo permanentemente. No tengo formación académica de una universidad, pero el trabajo empírico es un camino incluso más complejo, pero rico a la vez. El hacer teatro o pintura no es sólo contar con el talento o la habilidad; puedes ser un buen dibujante pero si no tienes un contenido, simplemente haces un dibujo técnico y punto, que no trasciende.

Para trascender hay que hacer todo un recorrido, hay que tener un trabajo de investigación para saber que estás haciendo y diciendo. Lo mismo pasa en la actuación para cine; cuando yo asumo un personaje investigo quien es y que hace, para poder decir eso frente a cámaras. Eso es lo que le recomiendo a los chicos que quieren hacer una carrera artística, que lo hagan con convicción y excelencia, porque sólo así pueden abrirse un camino o hacerse un lugar en este medio. A mí me ha costado hacerme de este sitio, para que reconozcan mi trabajo no sólo en Lima, sino también en otros países de Latinoamérica, en Europa. Ahora como estoy regresando a Puno recién están conociendo el trabajo que he hecho. Desde esa experiencia trato de aportar al movimiento cultural en Puno, siempre orientando, entregando estos conocimientos a los jóvenes.

¿Qué viene luego de todo esto? ¿Cuáles son tus expectativas o tus planes? ¿Quieres rodar definitivamente en Puno, te quieres quedar allá? ¿Qué has pensado?

Yo retorné a Puno y decidí hacer mi centro allá. Ni siquiera en la ciudad; estoy construyendo una casa y voy a construir un centro en el campo, en el terreno donde vivía mi abuelo. Siempre estoy viajando; paso la mitad del año en Puno y la otra mitad afuera, porque he desarrollado mi carrera afuera, los contactos, la gente que solicita mi trabajo; no puedo dejar eso de lado y enclaustrarme en Puno. Pero sí quiero generar desde ahí un movimiento cultural en la región y que se vaya expandiendo. A futuro hay muchos planes, siempre estoy pensando en ideas de cosas que quiero hacer. Estoy detrás de organizar un cine en Puno, hacer un festival de teatro, producir una serie u otras películas ahí. En el campo he empezado a desarrollar una actividad agrícola, cultivando papas, quinua; es bonito porque también es una manera de conectarte con la tierra, producir tus propios alimentos y eso te da otro tipo de sensibilidad.

Este centro que mencionas, ¿Sería un centro multidisciplinario, como tú, o lo vas a enfocar sólo al cine y teatro?

Tiene que ser multidisciplinario de todas maneras; va a ser un centro de retiros artísticos y espirituales. La zona donde está ubicado tiene una magia y tranquilidad, por el mismo hecho de estar apartada de la ciudad y del bullicio, tienes contacto con la naturaleza, con las montañas, estando a 4,000 metros de altura. Voy a vivir ahí, voy a crear ahí y las personas que quieran sumarse siempre estarán bienvenidas. Me escribe gente de diferentes lugares que quiere venir a trabajar conmigo y voy a tener ese espacio para recibirlos y compartir mi trabajo.

 

La faceta literaria de Amiel: Willka Nina (2015)
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