Ciclo: Clásicas Perú, Vol. 1 0 1985

Hay películas (peruanas) que no pasan de moda; la Biblioteca Nacional trae para septiembre algunas de estas obras contemporáneas que en menor o mayor medida, dejaron huella. La cita es los martes a las 7.30pm en Av. de la Poesía 160, San Borja. El ingreso es libre.

 

Martes 4 de septiembre

Gregorio (1982) del Grupo Chaski

El pequeño Gregorio se traslada con su familia de los Andes hacia la capital, viviendo en carne propia el choque cultural entre el mundo andino y el urbano de Lima. Primera producción del Grupo Chaski, conformado por Alejandro Legaspi, Stefan Kaspar y Fernando Espinoza.

 

 

Martes 11 de septiembre

El Viento del Ayahuasca (1983) de Nora de Izcue

La historia de amor entre Miguel, un sociólogo de Lima trabajando en Iquitos y Nexy, una joven del lugar que vive atemorizada de los míticos yakurunas. Para ayudarla, Miguel la introduce a un tratamiento de ayahuasca junto a un curandero. Única incursión de la documentalista Nora de Izcue en la ficción.

 

Martes 18 de septiembre

La Fuga del Chacal (1987) de Augusto Tamayo

Huyendo de la policía y de otro delincuente en busca de venganza, el “Chacal” se adentra en la selva, donde además se enfrentará a unos narcotraficantes. Por casi 20 años, esta cinta policial fue la película más taquilllera del cine peruano; sigue ocupando un lugar privilegiado en la lista.

 

Martes 25 de septiembre

Alias La Gringa (1991) de Alberto “Chicho” Durant

“La Gringa” llega a la cárcel de El Frontón a ayudar a un amigo preso a huir, coincidiendo con el motín de unos presos por terrorismo. Un clásico contemporáneo del cine peruano. Pueden leer aquí una crónica sobre el rodaje de la película, escrita por Rodrigo Moreno Herrera en el Portal Somos Periodismo de la Universidad Católica y que compartimos en esta página en 2016.

 

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Cofundador y editor en FotografiaCalato.com. Bachiller en Periodismo de la Universidad Católica del Norte en Antofagasta, Chile. Master en Creative Writing, Publishing, and Editing (Escritura Creativa y Edición) de la Universidad de Melbourne, en Australia Redactor de Godard! Revista de Cine desde el 2005. Ha sido redactor de la revista de cine australiana Filmink. Colabora con el portal de noticias canadiense ScreenAnarchy. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI). Escribe el blog semanal Cinéfilo de Martes en la página web del diario Publimetro, además de colaborar con otros medios nacionales e internacionales. Redactor de la página web No Es En Serie, dedicada a series de televisión. Además mantiene su propio blog, Desaires, desde el 2005, donde escribe sobre cine, música y temas afines.

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Crítica: Yana-Wara 0 163

Yana-Wara (2023), como ya se sabe, es el último proyecto del puneño Óscar Catacora, co-dirigido junto su tío Tito. Se esperaban grandes cosas del joven Catacora luego de su prometedor debut, Wiñaypacha (2017), un crudo y difícil retrato de una cruenta vejez en el Ande peruano. Esta nueva película confirma que lo de ese primer filme no fue flor de un día; Catacora era un talento en ciernes, lo cual hace que su impensado fallecimiento en pleno rodaje duela aún más.

Yana-Wara (Luz Diana Mamani) es una niña huérfana y muda de apenas 13 años, obligada a vivir en la remota puna junto a su abuelo Don Evaristo. Tras asistir a una escuela rural, la joven es vejada por su maestro, lo cual lleva a su anciano cuidador a tomar una drástica decisión y a la justicia del pueblo a tomar cartas en el asunto.

En su momento, de Wiñaypacha se dijeron varias cosas; y si bien la mayoría estaba de acuerdo en que se trataba de uno de los mejores estrenos peruanos de la última década, completamente ajeno a consideraciones comerciales y más cercano al cine de autor, también se le acusó de tener una mirada miserabilista, o de pornomiseria, como se suele referir a películas hechas para el circuito festivalero que realzan la miseria de Latinoamérica para públicos extranjeros. La película de Catacora al final logró escapar de estos rótulos debido a su profunda humanidad; era un filme que golpeaba fuerte, que dejaba huella, pero que al menos lograba que el espectador reflexione acerca de ciertos aspectos de la vida cotidiana – al menos, en lo que se refiere a las relaciones paternales; más de uno seguramente quiso dar un abrazo a sus padres o abuelos inmediatamente después.

Este sentir tan compasivo y humano se extiende ahora a la historia de la pequeña Yana-Wara, sometida a vejamenes que no comprende y donde todos inevitablemente deciden por ella. En lo que se refiere a retratos audiovisuales del mundo andino, uno se puede acostumbrar a una imagen exótica y romántica de su estilo de vida, ritos y costumbres, realzando una faceta mística, de conexión con la naturaleza y el espíritu andino que bebe del cine y hasta de documentales televisivos o campañas de PromPerú; un retrato que a veces puede caer en lo condescendiente y paternalista. Para un público urbano y occidentalizado resulta fácil caer en este patrón e ignorar lo real, al considerarse algo lejano.

Los Catacora van en contra de esta visión y tal como en su anterior trabajo, Yana-Wara es una cruda y fuerte dosis de realidad sobre el Ande. La niña es sometida prácticamente a una tortura interminable, obedeciendo a prácticas y costumbres que pueden considerarse arcaicas y que rayan buena parte del tiempo en el abuso físico y psicológico; esto sumado a una sociedad se sabe es machista y que ya tiene visto robarle su propia voz a la niña incluso antes de que esta la pierda. Está además el sistema de justicia que ve el caso de Don Evaristo, uno donde parece primar el concepto del ojo por ojo sin mayor sutileza; en un país con un sistema judicial tan alicaido como el nuestro, esto no resulta un bálsamo.

Todo esto contrastado con la paz y serenidad de unos remotos aunque majestuosos paisajes andinos plasmados en blanco y negro; el contraste entre bucólicas vistas de la naturaleza y los sucesos a veces inhumanos que vemos en pantalla resulta chocante. Los Catacora no buscan aleccionar ni dar sermones; parecen solo estar mostrándonos sin tapujos una realidad de cierta región del país que muchos o pasan por alto o ven edulcorada, una que no ha cambiado nada en varios años; de ahí a que esta historia resulte atemporal y puede ser tanto contempóranea como ambientada hace 20, 30 años sin que se note la diferencia.

Por lo demás, Yana-Wara es una progresión natural en el cine de los realizadores puneños. Donde Wiñaypacha era contemplativa y de un estilo casi documental, esta recurre más a recursos cinematográficos, desde la narración a destiempo – buena parte del film es un flashback mientras Don Evaristo cuenta su historia a las autoridades – hasta marcados trucos de edición y momentos casi subliminales – una escena clave bien podría verse como una película de terror, con todo lo que eso conlleva. Lástima entonces que la carrera de Óscar haya quedado trunca justo cuando se estaba desarrollando. Ahora le queda a Tito tomar la posta, pero al menos nos queda como legado de este joven director dos filmes que están entre lo mejor del cine nacional reciente.

 

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Trailer: La Herencia de Flora 0 391

Aunque sus inicios en el cine fueron con el policial La Fuga del Chacal, el veterano Augusto Tamayo siempre ha mostrado más afinidad por las películas históricas (pasemos por alto su infortunado paso por el terror con Sebastiana). Ahí están como prueba El Bien Esquivo, Una Sombra al Frente, Rosa Mística y ahora, La Herencia de Flora.

Flora Tristán se ha convertido en un símbolo de la lucha por la emancipación de la mujer y el respeto de sus derechos; el guión de Jimena Ortiz de Zevallos y el mismo Tamayo se centra en una etapa de su vida, la travesía que emprendió para llegar al Perú y reclamar la herencia familiar que era suya por derecho.

Paloma Yerovi interpreta a Flora, acompañada de Diego Bertie en su última aparición en la pantalla grande, además de Alberto Ísola, Joaquín de Orbegoso, Gonzalo Revoredo, Jimena Lindo y un reparto extenso que aparece en los créditos al final de este trailer; poner todos los nombres requeriría de un extenso párrafo aparte.

Filmada en Lima, Arequipa y Burdeos, Francia, La Herencia de Flora llegará a las salas el 7 de marzo, un día antes del Día Internacional de la Mujer.

 

 

 

 

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