Trailer de Bel Canto 0 1219

En 1999 apareció Lima: Breaking The Silence, una recreación de la toma de la residencia del embajador japonés por parte del MRTA en 1996; película que parecía haber sido hecha por alguien que nunca había puesto un pie en el Perú. El responsable era el israelí Menahem Golan, el mismo detrás de aquel bodrio (de tantos) donde Superman peleaba con el Hombre Nuclear. También fue el cerebro detrás de Cannon Films y las películas de Chuck Norris, así que no se le puede odiar del todo (Chuck podría pegarnos).

Aún así, muchos aún tienen infames recuerdos de la película con Fratassino, Fujimoto y un líder emerretista parecido a Lorenzo Lamas en El Renegado que tenía un romance con una de las rehenes. De seguro la vieron en Cinemax.

Ahora, Hollywood decide de nuevo echar mano de la historia en Bel Canto de Paul Weitz y… bueno, vean el trailer:

 

 

Siendo justos, se ve mejor que Breaking The Silence, lo cual tampoco requiere demasiado esfuerzo. La sinopsis habla de “una soprano que llega a un país de América del Sur bajo dictadura militar para cantar en el cumpleaños de un empresario japonés”, con la bandera peruana y la PNP a la vista. No nos gusta machetear por las puras, pero esto tiene toda la pinta de bosta.

El reparto incluye a Julianne Moore, Ken “Katsumoto” Watanabe, el alemán Sebastián Koch, y el gran Christopher Lambert (¡Christopher Lambert! ¿Dónde te habías metido, Raiden?). Vamos, Julianne Moore es una actriz de cuidado que así nomás no se mete a cualquier bodrio, ¿verdad? ¿Verdad?

Bel Canto, basada en la novela homónima de Ann Patchett (que a su vez fue adaptada para la ópera hace tres años, donde los terroristas cantaban arias), se estrena en Estados Unidos en Septiembre; aquí, basta con ver un buen documental como Rehenes de Federico Lemos para revivir lo ocurrido hace 20 años.

 

Fuente: El Comercio

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Cofundador y editor en FotografiaCalato.com. Bachiller en Periodismo de la Universidad Católica del Norte en Antofagasta, Chile. Master en Creative Writing, Publishing, and Editing (Escritura Creativa y Edición) de la Universidad de Melbourne, en Australia Redactor de Godard! Revista de Cine desde el 2005. Ha sido redactor de la revista de cine australiana Filmink. Colabora con el portal de noticias canadiense ScreenAnarchy. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI). Escribe el blog semanal Cinéfilo de Martes en la página web del diario Publimetro, además de colaborar con otros medios nacionales e internacionales. Redactor de la página web No Es En Serie, dedicada a series de televisión. Además mantiene su propio blog, Desaires, desde el 2005, donde escribe sobre cine, música y temas afines.

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Crítica: Yana-Wara 0 1067

Yana-Wara (2023), como ya se sabe, es el último proyecto del puneño Óscar Catacora, co-dirigido junto su tío Tito. Se esperaban grandes cosas del joven Catacora luego de su prometedor debut, Wiñaypacha (2017), un crudo y difícil retrato de una cruenta vejez en el Ande peruano. Esta nueva película confirma que lo de ese primer filme no fue flor de un día; Catacora era un talento en ciernes, lo cual hace que su impensado fallecimiento en pleno rodaje duela aún más.

Yana-Wara (Luz Diana Mamani) es una niña huérfana y muda de apenas 13 años, obligada a vivir en la remota puna junto a su abuelo Don Evaristo. Tras asistir a una escuela rural, la joven es vejada por su maestro, lo cual lleva a su anciano cuidador a tomar una drástica decisión y a la justicia del pueblo a tomar cartas en el asunto.

En su momento, de Wiñaypacha se dijeron varias cosas; y si bien la mayoría estaba de acuerdo en que se trataba de uno de los mejores estrenos peruanos de la última década, completamente ajeno a consideraciones comerciales y más cercano al cine de autor, también se le acusó de tener una mirada miserabilista, o de pornomiseria, como se suele referir a películas hechas para el circuito festivalero que realzan la miseria de Latinoamérica para públicos extranjeros. La película de Catacora al final logró escapar de estos rótulos debido a su profunda humanidad; era un filme que golpeaba fuerte, que dejaba huella, pero que al menos lograba que el espectador reflexione acerca de ciertos aspectos de la vida cotidiana – al menos, en lo que se refiere a las relaciones paternales; más de uno seguramente quiso dar un abrazo a sus padres o abuelos inmediatamente después.

Este sentir tan compasivo y humano se extiende ahora a la historia de la pequeña Yana-Wara, sometida a vejamenes que no comprende y donde todos inevitablemente deciden por ella. En lo que se refiere a retratos audiovisuales del mundo andino, uno se puede acostumbrar a una imagen exótica y romántica de su estilo de vida, ritos y costumbres, realzando una faceta mística, de conexión con la naturaleza y el espíritu andino que bebe del cine y hasta de documentales televisivos o campañas de PromPerú; un retrato que a veces puede caer en lo condescendiente y paternalista. Para un público urbano y occidentalizado resulta fácil caer en este patrón e ignorar lo real, al considerarse algo lejano.

Los Catacora van en contra de esta visión y tal como en su anterior trabajo, Yana-Wara es una cruda y fuerte dosis de realidad sobre el Ande. La niña es sometida prácticamente a una tortura interminable, obedeciendo a prácticas y costumbres que pueden considerarse arcaicas y que rayan buena parte del tiempo en el abuso físico y psicológico; esto sumado a una sociedad se sabe es machista y que ya tiene visto robarle su propia voz a la niña incluso antes de que esta la pierda. Está además el sistema de justicia que ve el caso de Don Evaristo, uno donde parece primar el concepto del ojo por ojo sin mayor sutileza; en un país con un sistema judicial tan alicaido como el nuestro, esto no resulta un bálsamo.

Todo esto contrastado con la paz y serenidad de unos remotos aunque majestuosos paisajes andinos plasmados en blanco y negro; el contraste entre bucólicas vistas de la naturaleza y los sucesos a veces inhumanos que vemos en pantalla resulta chocante. Los Catacora no buscan aleccionar ni dar sermones; parecen solo estar mostrándonos sin tapujos una realidad de cierta región del país que muchos o pasan por alto o ven edulcorada, una que no ha cambiado nada en varios años; de ahí a que esta historia resulte atemporal y puede ser tanto contempóranea como ambientada hace 20, 30 años sin que se note la diferencia.

Por lo demás, Yana-Wara es una progresión natural en el cine de los realizadores puneños. Donde Wiñaypacha era contemplativa y de un estilo casi documental, esta recurre más a recursos cinematográficos, desde la narración a destiempo – buena parte del film es un flashback mientras Don Evaristo cuenta su historia a las autoridades – hasta marcados trucos de edición y momentos casi subliminales – una escena clave bien podría verse como una película de terror, con todo lo que eso conlleva. Lástima entonces que la carrera de Óscar haya quedado trunca justo cuando se estaba desarrollando. Ahora le queda a Tito tomar la posta, pero al menos nos queda como legado de este joven director dos filmes que están entre lo mejor del cine nacional reciente.

 

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Estreno: Tayta Shanti 0 1126

«Una película sobre la familia y la identidad». Esa es la descripción de Tayta Shanti, tercer largometraje del huancaíno Hans Matos Cámac luego del «western andino» Pueblo Viejo y la reciente Peso Gallo. Se trata de un reencuentro entre Ángela (Julia Thays) y su hija Angie (María Tesoro) con sus familiares en Huancayo. Con la celebración del Tayta Shanti – fiesta emblemática del Valle del Mantaro – como trasfondo, ambas confrontarán a sus raíces e identidas provinciana.

“Somos testigos de los conflictos y problemas que vive una familia en el marco de la celebración de la fiesta del Tayta Shanti. Cada vez que contaba a alguien de qué iba la película, no dejaban de hablar de lo común que es la situación en Huancayo. Los jóvenes protagonistas de esta historia, verán cuestionada su identidad al verse enfrentados a una sociedad que los confronta”, comenta el director.

El director recuerda que desde niño ha participado en fiestas tradicionales con su familia. “Las carpas de comida, los castillones, la música, los vestuarios, la algarabía; todos estos elementos están grabados en mi memoria. Cuando un foráneo me pregunta por los excesos de la fiesta, comienzo a explicarle lo que la fiesta significa para mí: una oportunidad para reunir a la familia y estar juntos a pesar de nuestras diferencias. Con esta película espero compartir esas emociones con el público”.

Completan el reparto Gianco Ponce, Melvin Quijada, Marco Miranda, Laurens Flores y Benjamín Baltazar. Grabada íntegramente en Huancayo, Tayta Shanti se estrena el 29 de febrero.

 

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